El busto tiene algo especial y reconozco que en muchas de mis visitas a Berlín he tenido que volver a verlo siempre, al igual que me ocurre con el Altar de Pérgamo. Pero la noticia me causa pavor. Al busto le falta un ojo, un trozo de la oreja, el cuello es de una longitud no humana, eso sí, largo y estilizado. Le quedan unas cuantas operaciones a la imitadora... Y si consigue ser igual, se sentirá realizada plenamente, y en Egipto le han prometido una visita oficial al lugar donde vivió Nefertiti.
Yo me conformo con verla en Berlín y no creo que nadie, con ver a su "doble" de carne y hueso por la calle, piense en un instante que está viendo a la reencarnación de Nefertiti. A lo que llega la locura humana. Es imposible imitar el arte sin ser arte.
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